¡¡¡Bienvenidos a Blogalizaciones de canto!!
Hola a todos,
Soy José Masegosa, entrenador vocal y creador del método de canto Mev.
A lo largo de muchos años he desarrollado mi forma de trabajar con un solo objetivo: ayudar a los cantantes a que su voz sea lo mejor que pueda dar y en el menor tiempo posible.
En este blog iré desarrollando parte de mi conocimiento así como hablaré de aspectos más generales sobre el canto, dando siempre mi versión sobre el tema y nunca polemizando (no me lo creo ni yo) con otras formas de entender este precioso trabajo.
Formar voces es sin duda una responsabilidad enorme, porque tratamos con 2 temas altamente peliagudos: la salud vocal y las ilusiones del cantante. ¡Ah! y un tercero: los cantantes están chalados y las sopranos más.
La voz, tan ligada a las emociones que es inseparable, puede ser y debe, una herramienta de felicidad. Pero no nos engañemos, también lo es de altas frustraciones… que se lo digan a Mariah Carey.
En el transcurso de estos casi 20 años de enseñanza (¡Jesús! qué viejo estoy) me he topado con todo tipo de frustraciones, enfados, límites autoimpuestos, etc. que no puedo por menos que comentar el cuidado que hay que tener como profesor de canto al tratar con la voz de alguien.
Así mismo, he visto el poco cuidado de muchas personas al tratar a otros, y sobre todo, al no cuidar algo tan básico como “si no sabes, no te metas”.
La voz, ese instrumento diferente al resto por una razón más que obvia: no se ve y no se puede tocar, y sobre todo, no todos los días suena igual. Así que, no puedes querer entender su funcionamiento desde tu cuerpo o tu punto de vista exclusivamente, porque ahí, justo ahí, caerás en los errores más habituales del canto.
Un maestro para cada cantante, y si no estás dispuesto a convivir con eso, por favor no lo hagas, porque no todos necesitan lo mismo… vaya, ninguno menos Mariah Carey, que necesita dos buenas host…
En esta primera entrada me gustaría explicar cómo llegué a ser maestro de canto y qué me motivó a hacerlo.
El Sulcus tipo 2, esa es la respuesta rápida que puedo dar. Mi “error” congénito en mis cuerdas vocales que me ha impedido desde que empecé a cantar, allá por los 16 años, sentirme bien con mi voz.
Tener este defecto congénito ha sido duro, pero más duro ha sido convivir con él cuando empecé a cantar y a estudiar sin saber que lo tenía y sin respuesta de ningún maestro a las cosas “diferentes” que a mí me pasaban. Bueno sí tenían respuesta: eres torpe de cojones…
Antes de avanzar más en cómo llegué a donde estoy ahora, explicaré grosso modo, los principales problemas que presenta mi voz.
El sulcus tipo 2, en ambas cuerdas en mi caso, tiene dos consecuencias básicas: la mucosa de mi cuerda no puede vibrar correctamente, haciendo que mi voz sea áspera, pierda frecuencias y necesite estar en continuo movimiento, y la segunda, que pelea directamente con la anterior, se fatiga y se queda afónica con mucha facilidad. Te fatigas mucho, pero no puedes parar de usarla si quieres que esté lo mejor posible, pero te fatigas si la usas, y claro, has de usarla porque … así hasta el infinito, y así toda tu vida como cantante.
Paso por alto el detalle de que soy malillo como intérprete, eso aquí no viene al caso.
Evidentemente esto hizo que me alejara del canto, pero, ¿cuál fue el proceso? Habréis de entender que para alguien como yo, conseguir avances vocales era un milagro, de manera que investigar era algo que iba más allá que para el resto. Cuando conseguía un avance, y aún sin saber de mi lesión, pues para mí era como haber encontrado la panacea, de manera que lo guardaba como oro en paño.
Como mi inquietud como profesor era altísima desde muy joven, y se me dio la oportunidad de enseñar muy pronto, en las primeras clases de canto que yo daba, me iba dando cuenta de que la gente reaccionaba con mucha facilidad a todas esas cosas que yo les enseñaba, porque al haber hecho todo eso en mí y funcionar, en ellos era muy sencillo, puesto que el proceso no tenía la dificultad de la lesión, ya que no eran torpes de cojones como yo, claro.
Lo que para mí era un mundo, para los demás era una clase.
Y así día tras día, clase tras clase, sin saber que yo era diferente q(ue lo sabía pero no estaba diagnosticado) y ayudando al resto a mejorar con mucho éxito porque para ellos no era tan complejo como para mí.
Obviamente llegó el momento de mi diagnóstico y, lejos de ser un derrumbe, supuso un “anda, si no soy torpe de cojones”.Comprendí que alguien como yo había conseguido avances únicos para mí, porque mi voz desde luego debería ser una calamidad ahora y no lo es... y sobre todo, había ayudado a mucha gente de manera muy notable.
Me sentí muy juzgado durante mucho tiempo por mi voz ¿Sabéis lo que es ser profesor de canto, y muy reconocido, pero que nadie te escuche nunca cantar?, ¿Que poco más seas un tullido? Así me siento cada día, porque no puedo explicarle a todo el mundo mi lesión, porque no tengo que hacerlo. Pero es una realidad: ojalá hubiese podido cantar como hacen muchos de mis amigos y estudiantes en un gran escenario o teatro, pero … no puedo, lo asumo y lo acepto como es. Pero mientras, si os parece bien, seguiré haciendo todos los esfuerzos que estén en mi mano para que el resto, incluidos los que tiene dificultades como yo y prefieran luchar, avancen hasta donde su voz y sus sueños les permitan.
Os espero en este blog para haceros partícipes de mi conocimiento, de mi vida vocal, de mi método y de mi experiencia. Estaré encantado de escucharos a todos y de compartir este viaje tan emocionante.
¡A chillar como perros y disfrutar!